miércoles, 28 de junio de 2017

FIBROSIS QUISTICA - Lo que debes de saber



Es una enfermedad genética, de herencia autosómica recesiva, presente en todo el mundo, pero más frecuente en la raza caucásica, donde una de cada 25 personas es portadora heterocigota sana.
La enfermedad está causada por mutaciones de un solo gen localizado en el brazo largo del cromosoma 7, que codifica una proteína de 1.480 aminoácidos, llamada proteína reguladora del manejo de iones en las membranas (CFTR).


Esta proteína, se comporta como un canal de cloro, controlado por AMPc, que regula directamente los movimientos de las partículas de cloruro e indirectamente los movimientos del sodio y agua, dando lugar a la producción de un moco anómalo y espeso en todos los órganos, especialmente en los pulmones, páncreas, intestino, hígado, glándulas sudoríparas y conductos deferentes en los varones, con interferencia en su funcionalismo.


Hasta el momento se han identificado unas 1.600 mutaciones, pero hay una más prevalente, presente aproximadamente en el 75% de todos los pacientes a nivel mundial, la denominada 508del que se expresa por la pérdida del aminoácido fenilalanina en la posición 508.


El resultado final es el mismo con todas las mutaciones: la imposibilidad de transportar cloruro que conlleva una secreción insuficiente de líquido con una inadecuada hidratación de macromoléculas y la alteración de las propiedades fisicoquímicas de las secreciones de los órganos afectados.


En el diagnostico los criterios actuales se basan en rasgos clínicos compatibles (fenotipo), como son la enfermedad sinopulmonar, las anormalidades gastrointestinales y nutricionales, los síndromes pierde sal, y la azoospermia obstructiva o la historia de enfermedad en hermanos y primos o el cribado neonatal positivo, junto con una prueba de laboratorio que evidencie disfunción de la proteína CFTR como es una concentración de cloro en sudor superior a 60 mmol/L o la detección de 2 mutaciones reconocidas o la demostración de alteración en el transporte iónico a través del epitelio nasal (diferencia potencial nasal).


Clásicamente se ha considerado que la FQ es un trastorno genético que da lugar a una enfermedad severa en los primeros años de la vida cuyas manifestaciones más comunes son la malabsorción intestinal con diarrea crónica, la malnutrición y la neumopatía crónica, pero actualmente se conoce como un trastorno complejo que produce un amplio abanico de expresiones clínicas que pueden aparecer a cualquier edad y también de forma atípica.


Aunque la mayoría de los pacientes presentan bronquiectasias difusas, la colonización bronquial crónica por Pseudomonas aeruginosa es menos frecuente, predominando otros gérmenes como el Haemophilus influenzae, Staphylococcus aureus, complejo Burkholderia cepacia, Stenotrophomona maltophilia y Achromobacter xylosoxidans.


Métodos diagnósticos
Test del sudor
Es una excelente herramienta diagnóstica y siempre debe realizarse por un método validado. Mide la concentración de cloruro en el sudor y concentraciones >60 mmol/L confirman el diagnóstico. Sin embargo, los resultados deben ser interpretados siempre por expertos en el contexto de cada paciente. Así, niños con FQ menores de 3 meses de edad pueden tener cifras entre 40 y 60 mmol/L y en algunos adultos se han descrito valores entre 40-60 mmol/L e incluso < 60 mmol/L. Para confirmar el diagnóstico por este método se precisan dos determinaciones positivas.

Estudio genético
Para el diagnóstico se requiere la demostración de la existencia de dos mutaciones responsables de la alteración de la proteína CFTR
La mutación F508 del es la más frecuente


TRATAMIENTO Evidentemente es muy complejo al tratarse de una enfermedad multiorgánica, crónica y progresiva y es por ello que es preciso que sea realizado en centros especializados con atención y manejo multidisciplinarios.
Manejo de la afectación respiratoria
1) Antibióticos: La elección de los antibióticos se determinará según el tipo de germen y sus sensibilidades, y la ruta de administración de los fármacos, intravenosa, oral o inhalada, se decidirá en función de la gravedad de la exacerbación respiratoria. El régimen más habitual en las exacerbaciones por P. aeruginosa es un aminoglucósido más una cefalosporina de tercera generación como la ceftazidima. Son pocos los fármacos disponibles por vía oral frente a la P. aeruginosa y los más empleados son las quinolonas (ciprofloxacino, moxifloxacino...) y menos frecuentemente el sulfametoxazoltrimetoprim y cloramfenicol.


2) Broncodilatadores: Se deben utilizar antes de la fisioterapia para favorecer la eliminación de las secreciones y antes de la administración de antibióticos inhalados.


3) Agentes que alteran las propiedades del esputo Mucolíticos, DN-asa y suero salino hipertónico


4) Fármacos antiinflamatorios: Los corticoides orales se han demostrado útiles pero su uso no se contempla en la actualidad debido a sus efectos secundarios indeseables y su utilidad por vía inhalada está en estudio. El ibuprofeno ha sido también utilizado y en los últimos años. Se ha demostrado la eficacia de la azitromicina, y de fármacos, como las estatinas y el metotrexate, en la reducción del número e intensidad de las exacerbaciones respiratorias.


5) Fisioterapia respiratoria: Tiene como objetivo limpiar las vías respiratorias de secreciones viscosas y espesas que contienen altas concentraciones de bacterias, citocinas y productos bacterianos. Se debe comenzar lo más precozmente posible


Manejo de la afectación digestiva
Suplementación enzimática
La IP requiere suplementación enzimática para conseguir las mínimas pérdidas fecales de grasas, vitaminas, proteínas y ácidos biliares, mejorando así la digestión y la absorción de alimentos y vitaminas liposolubles.
El Comité de Consenso de la Fundación Americana de FQ indicó las siguientes recomendaciones para la administración de enzimas pancreáticos:
      500-2.500 unidades de lipasa /kg de peso y comida o
      < 10.000 unidades de lipasa por / kg de peso y día o
      < 4.000 unidades de lipasa por gramo de grasa de la dieta.
La dosificación debe ajustarse siempre de forma individualizada en cada paciente, según el grado de esteatorrea y según la ingesta alimentaria y nunca debe sobrepasarse la dosis de 10.000 unidades de lipasa/kg/día. Además, dado que la esteatorrea puede producir un déficit de vitaminas liposolubles   se   deben   administrar   éstas, fundamentalmente A (5.000-10.000 U /día), D (400-800 U /día) y E (50-200 U /día), siendo menores las necesidades de vitamina K, salvo en los casos de colestasis, infecciones y toma frecuente de antibióticos.
Tratamiento nutricional

Desde el momento del diagnóstico debe prevenirse la malnutrición, no sólo clínica sino subclínica, iniciando con énfasis la educación nutricional de los padres y pacientes y asegurando una ingesta adecuada para lograr un balance positivo de energía en todo momento
En los pacientes con FQ existen múltiples causas que favorecen un balance energético negativo: factores genéticos, ingesta disminuida, pérdidas aumentadas, aumento del gasto energético, inflamación tisular mantenida e infección crónica con exacerbaciones frecuentes. Muchos tienen un adecuado estado nutritivo que se va deteriorando lentamente de forma poco evidente, ya que es frecuente que durante las sucesivas exacerbaciones infecciosas haya períodos cortos, pero repetidos, de ingestas deficitarias que coinciden además con un gasto energético particularmente elevado y por ello resulta fundamental ser conscientes de esta situación y prestar especial atención a la recuperación nutricional durante y después de las reagudizaciones.

En todos los casos, el aporte de calorías debe ser elevado, del 110 al 200% de las recomendaciones de ingesta diaria de las personas normales, con una distribución de macronutrientes aproximada en forma de 15-20% de la energía recomendada como proteínas, 40-48% como carbohidratos y 30-35% como grasa.
Un grupo de expertos, a petición de la Fundación Americana de FQ, clasificó a los pacientes en cinco categorías según sus necesidades de aporte nutricional y propuso líneas de actuación concretas para cada grupo.  


Suplementos nutricionales:
En general, pueden estar indicados cuando sea necesario conseguir mayores aportes calóricos que los que el paciente es capaz de ingerir con la alimentación natural. Los suplementos líquidos suelen aportar de 1 a 2 calorías por ml, lo que permite proporcionar en un pequeño volumen muchas calorías.
Los suplementos deben valorarse en pacientes con infecciones frecuentes, cuando hay insuficiencia respiratoria, en los fracasos del desarrollo con percentiles inferiores al P15 y en los casos de nutrición deficiente con disminución de la velocidad de crecimiento-.
Deben indicarse de forma individualizada, administrándolos dos o tres veces al día por boca o en forma de nutrición enteral nocturna por sonda nasogástrica o a través de gastrostomía cuando se prevea que la suplementación va a ser necesaria durante largo tiempo.
Una pauta orientativa puede ser:
      para niños de 1 a 3 años de 200 a 400 calorías al día;
      de 3 a 8 años de 400 a 800 calorías al día
      y de 8 años en adelante de 400 a 1.000 calorías al día.


La utilización de suplementos es una práctica habitual y existen numerosos preparados comerciales que pueden usarse tanto en niños como en adultos.

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